Isabel Haces
La Realidad detrás de las Redes Sociales por La Crayola Blanca
Seguramente la has visto. En un bikini espectacular en Cancún cargando a sus cuatro hijos con trajes de baños iguales. Seguramente la has visto perfectamente peinada y maquillada lactando a su recién nacido. La has visto tomándose su jugo de Kale y proteína en una cocina impecable mientras su bebé en un vestido de encaje blanco disfruta una papilla de quinoa orgánica con miel de agave e higos silvestres. La has visto en una foto con su esposo en una playa en Acapulco dándose un beso mientras una ola revienta atrás. La has visto muchas veces. Y te has preguntado ¿Cómo le hace? Esa mujer que ves en redes sociales es una blogger, una influencer, es una amiga, una desconocida o TU MISMA.
Soy fan de Instagram. Me encanta. Me encanta subir fotos de mis hijos, de mi familia, de los rinconcitos que me gustan de mi casa. Me encanta subir fotos esquiando o andando en patineta que es lo que más me gusta hacer. Me encanta subir fotos con mi esposo. Con mi perro. Es la forma que tengo de ir documentando mi vida por medio de fotos de momentos perfectos que forman parte de mi vida.
Pero hay toda una realidad atrás. Y no es que escondamos nada, simplemente no vas a subir una foto en calzones barriendo la casa mientras tu hijo te pide que le pongas Mickey Mouse. Las personas subimos a las redes sociales lo que queremos compartir. Punto. La parte que queremos que los demás vean de nosotros. Pero cuando hablo de realidad no hay que confundirse. La realidad no tiene que ser mala. De hecho la realidad es buena, es como lo dice la palabra: REAL. Es como somos y lo que nos hace ser únicos.
Yo les juro que detrás detrás de cada foto hay una historia. Vemos las fotos de los viajes, lo que no sale en la foto es el esfuerzo y el trabajo que se puso para comprar los boletos de avión. En las fotos de la “mamá perfecta” no sale el sacrificio y el amor con el que una mamá da todo por sus hijos. No salen las desveladas, no salen las estrías y no salen las ojeras porque normalmente se les pone un filtro y ya. En las fotos de una pareja no salen los desacuerdos y los altibajos que existen en el matrimonio. Esos altibajos que forjan a la relación y que nos hacen entender que cuando hay amor todo se puede lograr.
Es por eso que no debemos por ningún motivo añorar la vida de nadie más solo por lo que vemos en redes sociales. Simplemente porque cada quien tiene sus propias batallas y su propia historia. No todo es lo que mostramos en Instagram o Facebook.
Los medios digitales han sustituido los viejos álbumes de fotos que se guardaban en la sala. Los smartphones nos permiten tomar las fotos que queramos así tengamos que tomarla 10 o 15 veces antes de que encontremos la foto perfecta para publicar. Antes, cuando teníamos cámaras de rollos, cada foto era sagrada. Tenías un rollo de 36 fotos. Era todo un arte. Porque nunca sabías cómo iba a salir la foto hasta que se acabara el rollo. Olvídate de ponerle filtros. La llevabas a un lugar donde te las “revelaran” (Así es, toda una revelación) y te sentabas a ver tus 36 fotos. Las llegabas a pegar en un álbum y solo se las enseñabas a tus amigos cuando iban a tu casa. ¡Y qué decepción cuando se te velaba el rollo! Tus fotos se perdían para siempre. Así de especial era una foto. Así era todo el proceso.
Ahora todo es tan sencillo. Tomas una foto con tu celular. Le pones un filtro. Una frase bonita y la publicas en tus redes sociales. Te dan likes y cada like te emociona.
Yo te recomiendo querida lectora, que los “likes” que más te emocionen sean las sonrisas de tus hijos, el abrazo de tu esposo, el consejo de tus padres. Que las emociones que provoques en las personas no sean emoticons, sino emociones reales. Risas, lágrimas de alegría, confianza, apoyo.
Benditas redes sociales digitales que nos permiten estar en todos y con todos al mismo tiempo. Pero más benditas aún, las relaciones sociales físicas. Porque esas son las reales, y por lo tanto las más importantes.